Antes de que existiera la Thermomix y los Instant Pots, existía el Dutch Oven: una olla gigante de hierro forjado o cerámica que pesa media tonelada y trae una tapa igual de gigante y pesada.
Yo la amo porque no requiere mucho mantenimiento y dura décadas – sobrevive las malas hierbas de cualquier familia y se pasan entre generaciones con recetas y memorias de épocas pasadas.
El Dutch Oven está diseñado para que el vapor no salga y para que el calor se distribuya de manera homogénea. Es tan buen con su vapor y calor que sirve para hornear panes de crust crujiente.
Es perfecta para puedes hacer estofados, carnes y aves que necesitan cocinarse a temperaturas bajas por tiempo prolongado.
PERO también sirve para sellar esas carnes y aves antes de meterla al horno a fuego lento. Eso mi amora.. no lo hace la Thermomix.
Y para las personas superficiales como yo que solo les gusta cocinar en cosas lindas: lo más importante es que son una belleza. El Dutch Oven adorna tu cocina y también tu mesa porque sirves lo que cocinas ahí mismo.
Lo malo: son mega caras… pero baby: es una inversión que te va a durar TODA la vida – mucho más que el tiempo que se van a quedar tus hijos en casa – eso de seguro.
Asique anda, invierte…
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